Geopolitica

Guerra comercial de Estados Unidos con China: movimiento desesperado para salvar al imperio occidental – Andre Vltchek

La mayoría de los que han tenido la oportunidad de presenciar los megaproyectos internacionales chinos, entienden claramente que el imperio occidental está cerca de colapsar; nunca podrá competir con un entusiasmo tremendo y un espíritu progresista del país más poblado del planeta, que además de eso, se basa en principios socialistas (con características chinas).
Escribiendo este ensayo en la zona rural de Laos, acabo de ver, literalmente, a un ejército entero de ingenieros y trabajadores chinos en acción, construyendo enormes puentes y túneles, conectando a uno de los países más pobres de Asia, tanto con China como con el sureste asiático, erigiendo hospitales y escuelas, pequeñas fábricas para la población rural, aeropuertos y centrales hidroeléctricas o, en pocas palabras: sacando a la gran mayoría de los laosianos de la pobreza, proporcionándoles medios de vida e infraestructura.
China hace precisamente esto en todo el mundo, desde las pequeñas naciones insulares del Pacífico Sur hasta los países africanos, saqueados durante siglos por el colonialismo y el imperialismo occidentales. China ayuda a las naciones latinoamericanas que están en necesidad, y mientras hace todo eso, también se está convirtiendo rápidamente en una nación de clase media, ecológica y culturalmente responsable; una nación que probablemente erradicará toda la miseria extrema muy pronto, muy probablemente para el año 2020.

¡El Occidente está horrorizado!

Esto podría fácilmente ser el final de su orden global, y todo podría suceder mucho antes de lo esperado.
Y así, antagoniza, provoca a China, de todas las formas imaginables posibles, desde el incremento de la presencia militar de los Estados Unidos en Asia Pacífico, hasta alentar a varios países del sureste asiático más Japón a irritar política y hasta militarmente a la República Popular China. La propaganda anti-china en el occidente y en sus estados titeres últimamente ha estado alcanzando una intensidad cacofónica. China es atacada, como describí recientemente en mis ensayos, desde literalmente todos los lados; atacada por ser “demasiado comunista”, o “por no ser lo suficientemente comunista”.

Al parecer, Occidente desprecia todas las prácticas económicas de China, ya sea la planificación central, los “medios capitalistas para fines socialistas” o el inquebrantable deseo de los nuevos líderes chinos de mejorar el nivel de vida de su gente, en lugar de enriquecer a las corporaciones multi-nacionales a expensas de los ciudadanos comunes de la República Popular China.

Parece una guerra comercial, pero en realidad no lo es: como el ‘Occidente contra Rusia’, el ‘Occidente contra China’ es una guerra ideológica.
China, junto con Rusia, está efectivamente descolonizando parte del mundo que solía estar a merced y disposición del Occidente y sus empreas (así como las empresas de estados titeres del Occidente como Japón y Corea del Sur) .
Sin embargo, como está siendo etiquetada, la descolonización está ocurriendo claramente, ya que muchos países pobres y anteriormente vulnerables en todo el mundo estan ahora buscan la protección de China y Rusia.
Pero para ‘agregar sal a la herida’, paralelo a la descolonización, también se da la ‘desdolarización’, que inspira a más y más naciones, particularmente a las víctimas de embargos occidentales, y sanciones injustas, y a menudo asesinas. Venezuela es el último ejemplo de esto.
La moneda “alternativa” más confiable y estable que está siendo adoptada por docenas de países, para transacciones internacionales, es el Yuan Chino (RMB).

La prosperidad de todo el mundo, o lo que se llama “prosperidad global”, no es claramente lo que desea el Occidente. En lo que respecta a Estados Unidos y Reino Unido, el mundo ‘circundante’ y periférico está predominantemente ahi para suministrar materias primas (como Indonesia), mano de obra barata (como México) y garantizar que haya una población obediente y adoctrinada que no vea absolutamente nada malo con el actual orden global.

En su reciente ensayo para la revista canadiense Global Research titulada “IMF – WB – WTO – Scaremongering Threats on De-Globalization and Tariffs – The Return to Sovereign Nations”, un destacado economista suizo y colega mío, Peter Koenig, que trabajo para el World Bank, escribió:

“Como representantes clave de los tres principales villanos del comercio y las finanzas internacionales, el International Monetary Fund (IMF), el World Bank (WB) y la World Trade Organization (WTO) reunidos en la exuberante isla turística de Bali, Indonesia, advirtieron al mundo de las terribles consecuencias en términos de reducción de las inversiones internacionales y la disminución del crecimiento económico como resultado de las guerras comerciales cada vez más frecuentes iniciadas e instigadas por la administración estadounidense de Donald Trump. Ellos criticaron el proteccionismo que podría llevar a los países a una ‘disminución de la prosperidad’. El IMF recorta su pronóstico de crecimiento económico global para el año en curso y para 2019”.

Esto es puro amarillismo alarmista basado en nada. De hecho, el crecimiento económico del pasado que afirmaban haber emanado de un aumento del comercio y las inversiones ha servido a una pequeña minoría y ha provocado una brecha cada vez mayor entre los ricos y los pobres tanto en los países en desarrollo como de los industrializados. Es interesante, cómo nadie habla de la distribución interna del crecimiento del GDP (PIB) … “
Peter Koenig argumenta además que la globalización y el “libre comercio” están lejos de ser deseables para la mayoría de los países de nuestro planeta. Él está dando un ejemplo en China:

“Se ha comprobado una y otra vez que los países que necesitan y desean recuperarse de las caidas económicas se desempeñan mejor al concentrarse y promover sus propias capacidades socioeconómicas internas, con la menor interferencia externa posible. Uno de los casos más destacados es China. Después de que China emergiera el 1 de octubre de 1949 de siglos de colonización y opresión occidentales con la creación de la República Popular China (PRC) por parte del Chairman Mao. Mao y el partido comunista chino primero tuvieron que poner una desvastada ‘casa en orden’, un país arruinado por enfermedades, falta de educación, sufriendo una hambruna sin esperanza como resultado de la explotación desvergonzada por parte de los colonos occidentales. Para hacer eso, China permaneció prácticamente cerrada al mundo exterior hasta mediados de los años 1980s. Sólo entonces, cuando China había superado las enfermedades rampantes y la hambruna, construyeron un sistema de educación en todo el país y se convirtieron en un exportador neto de granos y otros productos agrícolas, China, en ese momento totalmente autosuficiente, abrio gradualmente sus fronteras para las inversiones internacionales y el comercio. – Y mira dónde está China hoy. A solo 30 años después, China no solo se ha convertido en la economía número uno del mundo, sino también en una superpotencia mundial que ya no puede ser controlada por el imperialismo occidental “.

Ser autosuficiente puede ser bueno para las personas de todos los países de nuestro planeta, pero definitivamente es un “crimen” a los ojos de Occidente.
Ahora, China no solo es independiente, sino que se atreve a presentar a todo el mundo un sistema totalmente nuevo, en el que las empresas privadas están subordinadas a los intereses del estado y de la gente. Esto es totalmente opuesto a lo que está sucediendo en Occidente (y sus “estados titeres”), donde los gobiernos están de hecho escandalosamente endeudados con las empresas privadas, y donde la gente existe principalmente para generar enormes ganancias corporativas.

Además, la población de China es educada, entusiasta, patriótica e increíblemente productiva.
Como resultado, China compite con Occidente, y esta ganando fácilmente la competencia. China lo hace sin saquear el mundo, sin derrocar a gobiernos extranjeros ni matando de hambre a personas.
Esto es visto por los Estados Unidos como “competencia desleal”. Y está siendo castigado con sanciones, amenazas y provocaciones. Llámelo una ‘guerra comercial’, pero en realidad no lo es.
¿Y por qué competencia desleal? Porque China se niega a “unirse” y jugar bajo las viejas reglas imperialistas dictadas por Occidente, y también fácilmente aceptadas por países como Japón y Corea del Sur. China no quiere subyugar a otros paises. Y eso asusta a occidente.

En cierto modo, tanto el presidente Trump como el actual liderazgo de China quieren que sus países sean “grandes nuevamente”. Sin embargo, ambos países ven la grandeza de manera diferente.
Para los Estados Unidos, ser ‘grande’ es controlar el mundo, una vez más, como lo hizo justo después de la Segunda Guerra Mundial.
Para China, ser grande es brindar una alta calidad de vida a sus ciudadanos y a los ciudadanos de la mayor parte del mundo. También significa tener una gran cultura, que China solía tener durante milenios, antes de la “era de la humillación”, y que fue reconstruida y mejorada en gran medida a partir de 1949.

Un destacado filósofo estadounidense, John Cobb Jr., en un libro que estamos escribiendo juntos, recientemente señaló:

“Desde la Segunda Guerra Mundial, lo que Estados Unidos ha hecho se ha copiado ampliamente. Por lo tanto, este país ha tenido una gran oportunidad de liderar el mundo. En su mayor parte, ha conducido en la dirección equivocada. Los Estados Unidos y todo el mundo, incluida China, está pagando y seguirá pagando un alto precio. Pero los días del liderazgo estadounidense están terminando. Todavía me gustaría que los Estados Unidos participen en reformas importantes, pero es demasiado tarde para que cambien el mundo. Nosotros podemos alegrarnos de que el siglo estadounidense esté dando paso al siglo chino “.

Muchos lo hacen, pero otros no. El fin del liderazgo estadounidense, o llamalo el “Siglo estadounidense”, puede asustar a la gente en varios países occidentales, particularmente en Europa. ¡Con razón! Aquellos días de dictadura económica occidental sin oposición han terminado. Pronto, tal vez, los europeos tendrán que competir realmente, y trabajar duro para ganar su dinero, en lugar de vivir la vida plena confiando en el saqueo de los recursos naturales y la mano de obra barata en sus semi- o neo-colonias.
Si bien muchos en Occidente están asustados, la situación está aumentando simultáneamente las esperanzas en todas las otras partes del mundo.
Para China, no rendirse a la presión de los Estados Unidos, es demostrar que es algo serio cuando se trata de su independencia. La nación más poblada de la tierra está lista para defender sus intereses, su gente y sus valores.
China está lejos de estar sola. Desde Rusia hasta Irán, desde Venezuela hasta Sudáfrica, nuevas y más nuevas naciones van a apoyar a China, y al hacerlo, defenderán su propia independencia y libertad.

Fuente: International Daily News