Las promesas de que el bloque militar NATO no se expandiría parecen haber sido ignoradas en la búsqueda de influencia de Estados Unidos en Europa.
En Abril de 2014, el presidente Vladimir Putin se dirigió a la Asamblea Federal de Rusia tras la reabsorción de Crimea por Rusia. En el transcurso de su discurso, Putin culpó del aumento de las tensiones a Occidente, que insistió en que “nos había mentido muchas veces, tomado decisiones a nuestras espaldas, nos había colocado ante un hecho consumado”. En el corazón de esta aparente duplicidad estaba la expansión de NATO hacia el Este, así como el despliegue de infraestructura militar en nuestras fronteras”, contrariamente a sus promesas.
Desde entonces, refutar la idea de que los líderes occidentales habían asegurado a Rusia que el bloque no invadiría sus fronteras se ha convertido en una obsesión para los think tanks y grupos de presión occidentales. Por ejemplo, el instituto de políticas del Reino Unido, Chatham House, califica la sugerencia de que se hizo cualquier promesa de no ampliar el controvertido bloque militar como uno de los “mitos y conceptos erróneos clave en el debate sobre Rusia”, mientras que el propio sitio web de NATO también afirma que eso está totalmente fabricado.
Las mentiras son el camino elegido por Estados Unidos para el dominio global – Paul Craig
La evidencia significativa de lo contrario ha sido fácilmente accesible durante mucho tiempo, pero ahora el Archivo de Seguridad Nacional ha publicado un paquete de documentos nunca antes vistos y altamente reveladores que detallan cómo el entonces presidente ruso Boris Yeltsin fue manipulado consistentemente por su homólogo estadounidense Bill Clinton sobre la cuestión a mediados de la década de 1990, mientras que las promesas audaces y falsas de una “asociación estratégica” de las dos superpotencias se desvanecieron en la nada.
Tomemos, por ejemplo, la transcripción de una cordial conversación telefónica del 5 de julio de 1994 entre Yeltsin y Clinton, en cuyo momento el presidente de Estados Unidos se preparaba para partir hacia Polonia – que había estado presionando para una rápida absorción por parte de NATO – y los Estados bálticos, antes de reunirse con Yeltsin en la cumbre del G7 en Italia.
Yeltsin instó a Clinton a plantear la difícil situación de los rusófobos en Estonia y Letonia, porque “una declaración pública de usted de que Estados Unidos no apoyará ninguna violación de los derechos de la gente de habla rusa” significaría que estos países “actuarán de manera diferente”. Yeltsin señaló que la rápida concesión de la ciudadanía de Lituania a su minoría rusa había llevado a Rusia a retirar sus tropas de Vilnius, y lo mismo podría suceder en Agosto en Tallinn y Riga si se daban garantías. Yeltsin también deseaba discutir la expansión de NATO.
En respuesta, Clinton juró que “plantearía el tema de las minorías rusas” y aseguró a Yeltsin que, si bien NATO podría “expandirse eventualmente”, no establecería “ningún calendario ni requisitos”. En cambio, Clinton indicó que “le gustaría que nos concentráramos” en la Asociación para la Paz (Partnership for Peace), una iniciativa liderada por Estados Unidos que busca “lograr una Europa unida donde las personas respeten las fronteras de los demás y trabajen juntas”. Yeltsin podría ser perdonado por completo por pensar que la Asociación era el enfoque principal de Estados Unidos, y la alianza militar una idea de último momento, al concluir la charla.
El presidente estadounidense Donald Trump parece estar diciendo cada vez más y más mentiras
El optimismo del presidente ruso sobre “una asociación mutuamente beneficiosa con los Estados Unidos sobre la base de la igualdad” se expresa ampliamente en una carta que envió a Clinton en Noviembre de ese año. Yeltsin habla de esta posible coalición como “el factor central en la política mundial”, se compromete a cooperar constructivamente con Estados Unidos en temas relacionados con Bosnia, Irak, Corea del Norte y Ucrania, y espera ansiosamente su reunión en la Conference on Security and Cooperation el 5 de Diciembre en Budapest, donde “tenemos mucho de que hablar…. en primer lugar, transformar la estabilidad europea”.
Como sucedió, la cumbre de Hungría fue un desastre, con el discurso de Clinton en el evento centrado en NATO como “la piedra angular de la seguridad en Europa”, y declarando que “ningún país externo podrá vetar la expansión”, una clara referencia a Rusia. En respuesta, Yeltsin dijo: “es un engaño peligroso suponer que los destinos de los continentes y del mundo se pueden decidir de alguna manera desde una sola capital”, y agregó que “trasladar las responsabilidades de NATO hasta las fronteras de Rusia” sería un grave error.
Un cable diplomático interno de Estados Unidos del día siguiente muestra que se aprendieron rápidamente lecciones de este episodio. Es decir, la urgente necesidad de guardar silencio público sobre los planes de Estados Unidos para ampliar la alianza militar, al tiempo de ofrecer falsas garantías en privado a Rusia de que cualquier ampliación solo se produciría después de consultas entre los dos países, y que Rusia todavía estaba en la carrera por la adhesión al bloque militar.
En Mayo de 1995, Clinton visita Moscú para celebrar el 50 aniversario de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial, y estas mentiras se repiten con entusiasmo en una reunión cara a cara con Yeltsin. La relación de la pareja es claramente amistosa, refiriéndose el uno al otro como amigos, aunque también hay asuntos serios sobre la mesa.
“¿Cómo crees que nos parece si sigue existiendo un bloque mientras se ha abolido el Pacto de Varsovia? Es una nueva forma de cerco si el bloque sobreviviente de la Guerra Fría se expande”, suplicó el presidente ruso. “Muchos rusos tienen una sensación de miedo. ¿Qué quieres lograr con esto si Rusia es tu socio? ¡Necesitamos una nueva estructura para la seguridad paneuropea, no las viejas! Tal vez la solución sea posponer la ampliación de NATO hasta el año 2000 para que más tarde podamos presentar nuevas ideas.”
Siempre suave y calculador, Bill Clinton trató de disipar sus temores, sugiriendo de manera sorprendente que Rusia debería ver su enfoque de NATO “en el contexto de una mayor integración de Rusia en otras instituciones internacionales”, endulzando la perspectiva con varios edulcorantes, incluida la pertenencia al G7, si Yeltsin calmaba su retórica anti-NATO y guardaba sus opiniones sobre la expansión del bloque para sí mismo. Clinton sabía bien que tal cumplimiento se compraba fácilmente – como reconoció su “amigo” ruso, su posición de cara a la segunda vuelta presidencial de 1996 “no era exactamente brillante.”
De hecho, su votación se mantuvo en un solo dígito,y se pronosticó ampliamente que el candidato comunista Gennady Ziugánov ganaría por aplastante mayoria. Yeltsin habló de la necesidad de “informes positivos” a la prensa, y de “evitar incluso los movimientos equivocados más pequeños”, proponiendo que cualquier discusión sobre la ampliación de NATO se mantenga teórica hasta el año 2000, e instando a Clinton a no hacer nada para “irritar la situación antes de las elecciones”.
“He dejado claro que no haré nada para acelerar la expansión de NATO. Estoy tratando de darte ahora, en esta conversación, la tranquilidad que necesitas. Pero tenemos que tener cuidado de que ninguno de los dos parezca capitular”, prometió Clinton hábilmente. “Para ti, eso significa que no vas a abrazar la expansión. Para mí, significa no hablar de ralentizar el proceso o ponerlo en espera ni nada por el estilo.”
Así que Yeltsin aceptó mantener un codigo de silencio en el bloque militar y alistarse en la Asociación para la Paz. A pesar de que los planes para la expansión de NATO ya estaban bien establecidos para ese momento, y muy en movimiento, el Kremlin se mantuvo en silencio sobre los acontecimientos: la aquiescencia del presidente se aseguró aún más con la amplia asistencia encubierta y abierta de Estados Unidos en su campaña electoral, que fue fundamental para transformar un 6% inicial en las urnas en una victoria extremadamente cómoda.
Menos de tres años después, NATO comenzó a envolver la antigua esfera soviética, con la incorporación de la República Checa, Hungría y Polonia. A este empuje se opusieron, entre otros, George Kennan, anteriormente un comprometido con “la guerra fría” y figura clave en la creación de la alianza.
“Creo que es el comienzo de una nueva Guerra Fría …. Los rusos reaccionarán gradualmente de manera bastante adversa y afectará sus políticas. Creo que es un error trágico. No había ninguna razón para esto. Nadie amenazaba a nadie más”, dijo en Mayo de 1998, después de que el Senado de los Estados Unidos ratificara la ampliación de NATO. “Por supuesto, va a haber una mala reacción de Rusia, y luego los expansores de NATO dirán que siempre les dijimos que así son los rusos, pero esto está mal.”
Rusia está lista para respuesta militar si NATO ignora preocupaciones de Rusia
Con las tensiones entre Ucrania y Rusia en su punto más alto, con la cuestión de la pertenencia de Ucrania a NATO en el centro de la peligrosa disputa, las palabras de Kennan dan la impresión de que la advertencia de un profeta se hace terriblemente cierta.
Fuente: RT