Aclamados por arrojar nueva luz sobre los complejos arreglos financieros de la élite mundial, los Pandora Papers plantean muchas preguntas – entre ellas, ¿dónde están los estadounidenses? ¿No están dispuestos los autores a morder la mano oculta que los alimentó?
El 3 de Octubre, el International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ), con sede en Washington, DC, anunció la filtración de casi tres terabytes de datos incriminatorios sobre el uso de acuerdos financieros extraterritoriales por celebridades, estafadores, traficantes de drogas, lideres mundiales, miembros de la realeza y líderes religiosos de todo el mundo.
El ICIJ lideró lo que llamó “la colaboración periodística más grande del mundo”, con la participación de más de 600 periodistas de 150 medios de comunicación en 117 países, para revisar el tesoro de 12 millones de documentos, apodados los “Pandora Papers”.
Entre otras cosas, los datos revelan el uso de paraísos fiscales y de secreto financiero “para comprar bienes raíces, yates, jets y seguros de vida; su uso para hacer inversiones y mover dinero entre cuentas bancarias; la planificación patrimonial y otras cuestiones de herencia; y la evasión de impuestos a través de esquemas financieros complejos”. También se dice que algunos documentos están vinculados a delitos financieros, incluido el lavado de dinero.”
Si bien la publicación de artículos relacionados con el contenido cataclismico de los documentos está aún en sus primeras etapas, el ICIJ promete que los registros contienen “una cantidad sin precedentes de información sobre los llamados propietarios beneficiarios de entidades registradas en las Islas Vírgenes Británicas, Seychelles, Hong Kong, Belice, Panamá, Dakota del Sur y otras jurisdicciones secretas”, con más de 330 políticos y 130 multimillonarios de Forbes nombrados.
A pesar de la voluminosa carga, muchos críticos han señalado que los mapas del ICIJ de dónde provienen y/o residen estas “élites y ladrones” están fuertemente orientados hacia Rusia y América Latina – por ejemplo, ni un solo político corrupto nombrado tiene su sede en los Estados Unidos. La propia organización señala que las naciones más representadas en los archivos son Argentina, Brasil, China, Rusia y el Reino Unido, lo que parece extraño, cuando se considera que el ICIJ identificó más de mil millones de dólares en fideicomisos con sede en Estados Unidos, instrumentos clave para la elusión fiscal, la evasión y el lavado de dinero.
Por otra parte, las anteriores revelaciones sensacionalistas del ICIJ y del Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP), su principal colaborador, han contenido omisiones igualmente incongruentes. Por ejemplo, en Marzo de 2019, este último expuso la “Troika Laundromat”, a través de la cual políticos, oligarcas y criminales rusos supuestamente canalizaron miles de millones de dólares.
La OCCRP publicó numerosos informes sobre la connivencia, e información detallada sobre los muchos millones lavados a través de las principales instituciones financieras occidentales en el proceso, incluyendo Deutsche Bank y JPMorgan Chase. Sin embargo, ni una sola vez se mencionó a HSBC – a pesar de que la Troika había anunciado abiertamente al banco como su “socio agente”, y luego el jefe del equipo de datos de OCCRP, Friedrich Lindberg, reconoció públicamente que HSBC era “increíblemente prominente” en “todos” los esquemas corruptos de la Troika.
La razón de este extraordinario descuido nunca se ha explicado adecuadamente, aunque una posible respuesta podría ser que los socios informantes del OCCRP en la historia fueron la BBC y The Guardian. La primera fue dirigida por Rona Fairhead de 2014 a 2017, quien también se desempeñó como director no ejecutivo de HSBC entre 2004 y 2016. Mientras tanto, The Guardian ha disfrutado durante mucho tiempo de una lucrativa relación comercial con el banco, que sin duda es vital para mantener encendidas las luces del emproblemado publicista.
La investigación de los Panama Papers de Abril de 2016, liderada conjuntamente por el ICIJ y OCCRP, reveló cómo los servicios del bufete panameño de abogados offshore Mossack Fonseca habían sido usados por personas adineradas y funcionarios públicos para fraude, evasión de impuestos y para eludir las sanciones internacionales. Los informes del par, y la cobertura mediática resultante, se centraron en gran medida en personas de alto perfil, como el entonces primer ministro del Reino Unido, David Cameron, que se benefició de un fideicomiso con sede en Panamá establecido por su padre.
Un promotor clave del contenido más espeluznante de los Panama Papers fue el multimillonario Bill Browder. Lo que el estafador convicto, y de hecho un gran número de medios de comunicación que presentaron sus comentarios sobre la filtración, no han reconocido consistentemente es que él mismo aparece en los papers de Mossack Fonseca, vinculado a un gran número de compañías ficticias en Chipre que solían aislar a sus clientes del impuesto sobre las vastas ganancias que amasó para ellos mientras invertía en Rusia durante la tumultuosa década de 1990, y disfrazar la propiedad de lujosas propiedades que posee en el extranjero.
Como Browder ha testificado, disfruta de una relación íntima con el OCCRP, habiéndolos involucrado en su cruzada global contra Rusia desde su prohibición sin contemplaciones de entrar al país en 2005. Además, muchos otros medios principales, como Bloomberg y el Financial Times, que él también ha utilizado como peones en su Russophobic ataque de propaganda, según los informes, se negó a publicar historias sobre sus dudosos manejos financieros.
Tal evidente renuencia a morder la mano que lo alimenta bien podría explicar por qué los Pandora Papers parecen en gran medida silenciosos sobre los tratos en el extranjero de ciudadanos ricos de Estados Unidos y personas con residencia en Estados Unidos.
Tomemos por ejemplo las fortunas del fundador de eBay Pierre Omidyar y el inversionista George Soros, que según se informa suman al menos 11.6 mil millones y 7.5 mil millones de dólares respectivamente, sin información que los implique en ningún esquema cuestionable ha sido aún desenterrado. Puede que no sea una coincidencia que ambos proporcionan financiación al ICIJ y al OCCRP a través de sus muy controvertidas empresas “filantrópicas” Luminate y la Open Society.
La lista de financiadores del OCCRP ofrece otras razones de preocupación – enclavadas entre ellas están la US National Endowment for Democracy (US NED) y la United States Agency for International Development (USAID), las cuales abiertamente sirven para promover los intereses de “seguridad nacional” de los Estados Unidos, y se han visto envueltas en numerosas operaciones militares y de inteligencia para desestabilizar y desplazar a gobiernos extranjeros “enemigos” desde sus inicios. Además, sin embargo, hay indicios inquietantes de que el OCCRP mismo fue creado por Estados Unidos para este mismo propósito.
En Junio, se convocó una conferencia de prensa en la White House sobre el tema “la lucha contra la corrupción”. En el transcurso de los procedimientos, un “alto funcionario de la administración” anonimo anunció que el gobierno de Estados Unidos colocaría “la difícil situación anticorrupción en el centro de su política exterior”, y deseaba “priorizar este trabajo en todos los ámbitos”.
Ellos continuaron afirmando que las dimensiones precisas de este impulso anticorrupción “estaban por verse”, pero se esperaba que “los componentes de la comunidad de inteligencia”, incluido el director de National Intelligence y la Central Intelligence Agency (CIA), fueran actores clave en ello.
Sus actividades complementarían los esfuerzos actuales y en curso de Estados Unidos para “identificar la corrupción donde está ocurriendo y tomar las respuestas políticas apropiadas”, al “reforzar a otros actores” como “periodistas de investigación y ONGs de investigación ” que ya reciben apoyo de Estados Unidos.
“Vamos a ver qué más podemos hacer en ese frente… Hay líneas de asistencia que han puesto en marcha organizaciones de periodismo de investigación”, afirmaron. “Lo que me viene a la mente más inmediatamente es OCCRP, así como la asistencia extranjera que va a las ONGs.”
Estas palabras sugerentes, completamente ignoradas en su momento por los medios de comunicación occidentales, han ganado una resonancia aún más inquietante a la luz de los acontecimientos recientes. De hecho, parecen establecer un plan para precisamente lo que ha ocurrido, cortesía de la OCCRP, la misma organización que “inició” y que apoya financieramente hasta el día de hoy.
Por su parte, los medios de comunicación se limitan a afirmar que el ICIJ “obtuvo” los documentos, sin especificar su fuente última. Como tal, es razonable preguntar: ¿está la CIA detrás de la publicación de los Pandora Papers?
Fuente: RT