A medida que se desvanece la presidencia de Trump, la White House todavía tiene muchas cuentas por resolver, sobre todo cuando se trata de lidiar con Irán. ¿Hasta qué punto está preparado Trump a llegar para que sea imposible para Biden des escalarlo?
Después de haber abogado por un enfoque de “máxima presión” contra Irán a instancias de Arabia Saudita e Israel durante dos años, el gobierno de Donald Trump ha tratado de debilitar al régimen iraní y contener con fuerza sus ambiciones regionales. Sin embargo, con la posible ascensión de Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos en Enero, uno de los defensores originales del Joint Comprehensive Plan of Action (JCPOA), o el Acuerdo con Irán, existe un temor creciente tanto en Estados Unidos como en Israel de que todo el “buen trabajo” de la administración Trump pronto sea deshecho.
El tiempo que queda es corto, pero las posibilidades de una última confrontación entre Estados Unidos e Irán son altas. La International Atomic Energy Agency (IAEA) declaró el Jueves que Irán había enriquecido uranio hasta 12 veces la cantidad limite establecida en el acuerdo nuclear. La República Islámica ha abandonado constantemente sus compromisos en el acuerdo como medio de influencia, pero ha negado que esté tratando de desarrollar un arma nuclear. Pero el “diálogo” no es lo que está buscando la White House de Trump; no quiere una “normalización” con Irán, que sostiene fue el “mayor error” de Obama. Por lo tanto, en los próximos dos meses, deberíamos esperar que la White House haga todo lo posible para mantener “el nuevo status quo”, incluso si se trata de una acción punitiva, algo que Trump ha estado feliz de hacer antes.
Una visión para un nuevo orden estadounidense en el Medio Oriente
Al tratar con Irán, el US Secretary of State Mike Pompeo ha usado con frecuencia la palabra de moda de que Estados Unidos quiere que Irán “se comporte como un país normal”, pero ¿qué significa eso? No puede referirse a un “tipo de régimen” en un sentido ideológico dado que el aliado estadounidense Arabia Saudita es una monarquía islámica extremadamente conservadora que también se ha relacionado con la difusión del islamismo, sino que podría referirse a un “país que se someta a los intereses estadounidenses “, que por supuesto es lo que Irán hizo antes de 1979.
Las llamadas preocupaciones sobre el programa nuclear de Irán son una mentira; el verdadero problema en juego es el desafío estratégico que Irán plantea al “orden regional” liderado por Estados Unidos en el Medio Oriente, cuyos supervisores son Israel y Arabia Saudita, quienes presionaron ferozmente al gobierno Trump para que tomara una postura dura contra Irán. Irán se ha enfrentado a estos jugadores a través de conflictos proxy en Siria y Yemen. La campaña de sanciones que abarca todo lo posible llevada a cabo por Estados Unidos es de hecho un esfuerzo de contención y, más ambiciosamente, de cambio de régimen, lease derrocar al gobierno irani y colocar ahí a un gobierno títere.
Y ni la White House ni sus partidarios antes mencionados están dispuestos a que eso cambie. Biden esta preocupado, ya que fue él y Obama quienes orquestaron el tan vilipendiado (por Trump) “acuerdo con Irán” en primera instancia, un acuerdo que terminó empíricamente el programa nuclear de Irán pero los dejó libres para todo lo demás. Naturalmente, la administración Trump e Israel estarán contemplando ahora qué se puede hacer para evitar que esto suceda. El propio Pompeo visitará a Israel y se compromete a aumentar extensamente las sanciones contra Irán antes de Enero, pero la gran pregunta es, ¿será eso suficiente? eso va a cambiar algo?
La opción militar
No subestime ‘la opción militar’ – es políticamente viable por una serie de razones. Como ha demostrado el asesinato del alto general iraní Qassem Soleimani a principios de este año, la administración Trump está muy preparada para usar acciones cinéticas contra Irán y provocar una crisis para obtener ganancias políticas. Siempre que no vaya tan lejos como una guerra abierta, Estados Unidos tiene muy poco que perder al hacer esto. Irán puede atacar las bases estadounidenses cercanas, pero no puede dañar a los Estados Unidos en suelo estadounidense. En segundo lugar, la oposición política en el país es baja: al ser un país hiperdemonizado, es fácil fabricar una narrativa falsa de que Irán atacó primero y justificar todo lo que hace como un “estado terrorista”.
Además de eso, Benjamin Netanyahu reconoce que nunca la tendrá tan bien con los Estados Unidos como la tiene en este momento. La administración Trump ha sido devotamente pro-Israel, la administración de Obama no lo era, y por lo tanto con Biden, solo es cuesta abajo a partir de ahora. Dado esto, Israel puede estar buscando un paralizamiento permanente de las capacidades de Irán, que las sanciones por sí solas no pueden hacer, querría maximizar su propia influencia antes de que la posible nueva administración Biden elimine algo. La única manera de hacerlo es a través de medios militares.
Dos tensos meses por delante
Los próximos dos meses van a ser un viaje lleno de baches. Tenemos una presidencia estadounidense que se niega a aceptar que haya perdido una elección y buscará formas de permanecer en el poder, un legado de política exterior que desea consolidar permanentemente y un objetivo fácil en Irán. La administración Trump lanzó una campaña de máxima presión contra Irán por motivaciones estratégicos, y por el capricho de cabildeo de los aliados. Todo eso corre el riesgo de deshacerse ya que la administración Biden será partidaria de regresar al JCPOA, lo que llevará a un pensamiento luchando sobre qué se puede hacer precisamente para detener eso. Más medidas contra Irán son una cosa, pero pueden negociarse fácilmente; una serie de ataques contra sitios y sectores específicos, sin embargo, no pueden deshacerse. Un feliz matón Trump podría ver un ataque a Irán como la solución a todos sus problemas.
Fuente: RT