Geopolitica

Una reunión Trump-López Obrador sería un error colosal – analista

¿Podrían dos presidentes mexicanos cometer el mismo error histórico de reunirse con Trump?

Hace unas semanas, en una conversación telefónica con el presidente Trump, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ofreció visitar la White House a principios del verano, cuando la campaña presidencial en los Estados Unidos estará en pleno apogeo. “Yo le dije que podíamos reunirnos en Junio o Julio para agradecerle personalmente”, publicó López Obrador en Twitter. Pero lo que al principio parecía una sutileza diplomática después de la conclusión de las negociaciones comerciales del tratado comercial USMCA (T-MEC) se convirtió en una perspectiva seria la semana pasada, cuando las misiones diplomáticas en Estados Unidos y México confirmaron que ambos gobiernos están considerando la posibilidad de un viaje. “Ellos hablaron sobre una posible reunión en el verano en Washington, pero todo depende de la situación de salud pública”, dijo Christopher Landau, embajador de Estados Unidos en México.
Un funcionario de alto nivel del Ministerio de Asuntos Exteriores de México confirmó que la visita es realmente una posibilidad. Si las condiciones de salud no mejoran, me dijeron, el gobierno de México buscaría una reunión virtual.

Si López Obrador viaja a Washington, esto sería una primicia. El no ha abandonado México desde que asumió la presidencia en Diciembre de 2018. Pero incluso si la reunión se lleva a cabo en un formato virtual, sería un error grave.

El ex embajador mexicano Arturo Sarukhán me dijo que sería “suicida para la relación estratégica y a largo plazo de México con los Estados Unidos”. Según Sarukhán, López Obrador corre el riesgo de ser percibido como un aliado de Trump. “El no debería viajar a los Estados Unidos para reunirse con Trump en la víspera de la campaña electoral general”, me dijo Sarukhán, y luego agregó en un correo electrónico: “El necesita entender que será utilizado como accesorio, al igual que su predecesor.”
Sarukhán estaba pensando en 2016, cuando el ex presidente mexicano Enrique Peña Nieto tomó una de las decisiones más inexplicables en la historia de la política exterior mexicana moderna.
En ese entonces, mientras Hillary Clinton se aferraba a un margen de seis puntos en las encuestas rumbo a la elección presidencial estadounidense, Trump estaba buscando un impulso, la validación de su estatura en el escenario mundial. En Agosto 31, 2016, lo obtuvo del socio más improbable: Peña Nieto, quien decidió invitar a Trump a una reunión apresuradamente organizada en la Ciudad de México. Después de todo, Trump había atacado a México desde el principio, desatando la ahora infame diatriba de “violadores” en el lanzamiento de su candidatura presidencial.
Para el presidente de México, este sería un error histórico. Después de la reunión confidencial, ambos hombres celebraron una conferencia de prensa. Peña Nieto permitió a Trump hablar libremente sobre el muro fronterizo, sin restriccion alguna. Los mexicanos no perdonaron la humillación. El índice de aprobación de Peña Nieto cayó a 24 por ciento y nunca se recuperó.
Para Trump, el resultado fue muy diferente. El mismo día de la visita el voló de regreso a un mitin en Arizona, donde promocionó el éxito de la reunión y pronunció uno de los discursos antiinmigrantes más desagradables de la campaña. Rudolph W. Giuliani y Jeff Sessions llevaban sombreros blancos de estilo MAGA que decían “Make Mexico Great Again Also.”
Es difícil decir si el viaje a México reavivó la incipiente campaña de Trump, pero seguramente ayudó. Trump comenzó una subida constante. Las encuestas cabeza a cabeza se apretaron. A finales de Septiembre, sus probabilidades habían mejorado un 30 por ciento.
La reacción, tanto en la opinión pública mexicana como en los medios de comunicación, fue casi unánime: Trump había usado a Peña Nieto. López Obrador, entonces el líder de la oposición más relevante del país, desaprobó la decisión de Peña Nieto de recibir a Trump. “Tenemos que tener cuidado”, dijo López Obrador. “No queremos que se involucren en las elecciones de México en el futuro.”

Pero ahora López Obrador podría estar a punto de seguir los pasos de Peña Nieto.

¿Por qué López Obrador, que fue tan crítico con la decisión de Peña Nieto de apuntalar a Trump durante una polémica elección, se arriesgaría el oprobio internacional y la condena en casa por exactamente el mismo error? Simplemente podría ser otro paso en el extraño apaciguamiento del presidente estadounidense por el presidente mexicano, un plan que lo ha llevado a adoptar controvertidas medidas de inmigración lejos del enfoque humanitario que prometió como candidato.

Dan Restrepo, uno de los principales asesores políticos del presidente Barack Obama en América Latina, cuestiona el enfoque. “¿Ellos realmente piensan que Trump se preocupa por México? ¡Por favor!Me dijo Restrepo. “Tienes que ser muy, muy ingenuo para pensar que esto es algo más que parte de una estrategia electoral.”

O tal vez López Obrador piensa que puede jugar a ambos lados de la mesa, apostando por Trump sin lastimar su posición con el ex vicepresidente Joe Biden, quien parece, por ahora, tener una gran posibilidad de ganar la eleccion, según algunas encuestas.
Esto también sería un error de cálculo. El campamento de Biden ha tomado nota de los planes de López Obrador. Y no parecen satisfechos. El domingo, Juan González, ex asesor especial de Biden en América Latina, usó Twitter para criticar el posible viaje. “La visita no debería suceder, punto”, escribió González. “Si López Obrador piensa que será algo más que un apoyo para la campaña de Trump, está mal aconsejado o apoya abiertamente la reelección.En una entrevista, González más tarde me dijo que López Obrador debería saber que Trump lo usará políticamente. “Eso por si solo debería desalentarlo”, el dijo.
Para empeorar las cosas, López Obrador no ha anunciado ningún interés en reunirse con Biden. Tal desaire podría resultar costoso. “Esto podría dañar la relación entre México y el potencial presidente Biden y los demócratas”, me dijo González.
De hecho, las consecuencias para México, y el propio López Obrador, podrían ser trascendentales. El presidente mexicano, Sarukhán me dijo, “debe ser visto, al menos abiertamente, como un porrista de igual oportunidad cuando se trata de las elecciones del socio diplomático y económico más importante de México.”
Él tiene razón. Con meses para la elección, una visita amistosa a la White House enviaría el mensaje equivocado.
López Obrador debe evitarlo.

Fuente: WP