Geopolitica

Coronavirus sería un arma de guerra biológica – científicos

Miles de artículos sobre el nuevo coronavirus de Wuhan, China, han sido publicados desde finales de enero de 2020 provocando alarma mundial a medida que aumentaban las fatalidades y casos de contagio en 26 países.

La creencia de que el virus fue contagiado en un mercado de productos exóticos del mar o animales silvestres fue rechazada por la World Health Organization (WHO – Organización Mundial de Salud) y ahora muchos científicos de prestigio internacional han lanzado la idea que el virus fue el resultado de la bioingeniería.
El creador de la US Biological Weapons Anti-Terrorism Act de 1989, Francis Boyle, fue más explícito en su conclusión declarando que el “2019 Wuhan Coronavirus es un arma ofensiva de guerra biológica”. Boyle, que es especialista en International Law de la University of Illinois, afirmó durante una exclusiva entrevista con Geopolitics and Empire que “la World Health Organization (WHO) sabe perfectamente qué es lo que está pasando en Wuhan”.

Por supuesto, los medios de comunicación globales ignoraron esta información pues se hallan envueltos en su campaña anti-China siguiendo las pautas del US Departament of State interesado en sacar ventajas económicas de la tragedia que vive el pueblo de China azotado por el coronavirus 2019-nCoV.
​Resulta que precisamente en Wuhan, donde viven 12 millones de personas, está funcionando uno de los más sofisticados laboratorios biológicos del máximo nivel de bioseguridad 4, Wuhan BSL-4, perteneciente al Instituto de Virología de Wuhan, que experimenta con agentes biológicos que representan un alto riesgo individual de contagio.
Este laboratorio trabaja con los patógenos más peligrosos del mundo, incluyendo varios coronavirus, como el SARS-CoV (Síndrome Respiratorio Agudo y Grave), el MERS-CoV (Síndrome Respiratorio del Medio Oriente) y muchos otros tipos de virus bajo la supervisión no solo del Gobierno chino sino de la misma WHO.
El laboratorio BSL-4 fue puesto en funcionamiento después de la epidemia SARS en 2003 que ocasionó 750 muertes y 8,000 personas resultaron infectadas, llegando el índice de muerte al 10%. Según las publicaciones Natural Research Journal, The Lancet Infectious Diseases, y Journal of Medical Virology, el laboratorio de Wuhan se convirtió con el tiempo en el lugar preferido de los virólogos de todo el mundo y en especial, de Estados Unidos, Canadá y el Reino Unido debido a su clima húmedo y caliente que representa condiciones ideales para el desarrollo natural de los más peligrosos patógenos y la existencia de una naturaleza llena de animales e insectos exóticos.
De acuerdo con la publicación rusa, Svobodnaya Pressa, el coronavirus 2019-nCoV fue conocido por primera vez en 1965, pero recién en 2015 el US Departament of Justice otorgó la patente № 10130701 para este virus al Pirbright Institute (Reino Unido), especializado en prevenir y controlar enfermedades transmitidas de animales al hombre.
El patógeno chino QX descubierto en la mitad de los 90s del siglo pasado fue tomado como base para el coronavirus 2019-nCoV. Al convertirse China en el lugar preferido de los virólogos europeos, canadienses y estadounidenses debido a sus avances en la investigación de las enfermedades contagiosas y la creación de las vacunas para prevenir y combatirlas, la WHO autorizó la transferencia de la patente del 2019-nCoV al laboratorio de Wuhan BSL-4.
De allí podemos deducir que no solamente los científicos chinos tenían acceso a este patógeno que podía mutar durante los experimentos, sino también los virólogos estadounidenses, británicos y canadienses. En 2018, en el sur de China, los virólogos descubrieron 89 nuevos coronavirus procedentes de murciélago, según la revista estadounidense Journal of Virology (13 de junio 2018) que tenían el mismo receptor que el CoV-MERS.

Pero lo interesante fue que aquella investigación fue financiada tanto por el Ministry of Science and Technology de China como la USAID (colaboradora abierta de la CIA) y el US National Institutes of Health, que siempre compartió información sobre los avances en la investigación sobre enfermedades infecciosas y armas biológicas con el Pentágono.

La Facultad de Virología de la Universidad de Duke de Estados Unidos también está envuelta en el estudio del coronavirus 2019-nCoV en cooperación con la Universidad de Wuhan donde comenzó la epidemia de este nuevo coronavirus. Resulta que la Universidad de Duke tiene un proyecto conjunto con la US Defence Advanced Research Proyects Agency (DARPA) perteneciente al Pentágono. Este proyecto se llama Duke DARPA Pandemic Prevention Platform (P3). DARPA es responsable del desarrollo de nuevas tecnologías para el uso militar incluyendo la guerra biológica.
El Instituto de Virología de la Universidad de Wuhan también ha participado desde 1980 en varias ocasiones en la investigación de los coronavirus junto con el US Army Medical Research Institute for Infectious Deseases (USAMRIID), incluyendo la elaboración de una vacuna para el CoV-SARS en los años 90s. Este instituto fue considerado, hasta su reciente clausura por no seguir los procedimientos de seguridad por su personal, un laboratorio principal del Pentágono de defensa biológica.
Pero no solamente los científicos militares de Estados Unidos estaban activos en Wuhan, sus colegas de Alemania y Japón tomaron parte también en los estudios de los coronavirus en el Instituto de Virología de la Universidad de Wuhan.
Llama la atención la estrecha colaboración de una de las agencias más sofisticadas del Pentágono responsable de la investigación, desarrollo y pruebas de las nuevas armas, incluyendo las biológicas con los científicos del BSL-4 de Wuhan. El uso de estas armas biológicas durante la guerra en Corea y Vietnam y sus consecuencias están afectando hasta hoy en día a estos pueblos.
No hay que olvidar que la DARPA, creada en 1958, era producto de la Guerra Fría que después de la disolución de la Unión de Republicas Socialistas Sovieticas (URSS) tomó otras formas convirtiéndose ahora Rusia en el nuevo enemigo de Estados Unidos a pesar de ser un país capitalista. El Pentágono, según Francis Boylem ha gastado entre 1990 y 2018, 100,000 millones de dólares en armas biológicas en cuyo estudio han estado participando más de 13,000 científicos estadounidenses con la colaboración de miles de sus colegas canadienses y británicos.
Actualmente, el US Departament of Defence tiene más de 400 laboratorios en el extranjero de nivel de bioseguridad BSL-3 y 4, especialmente en los expaíses socialistas que rodean a Rusia.

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La periodista de investigación búlgara Dilyana Gaytanjieva denunció en 2018 que “el Pentágono está desarrollando virus mortales en 25 países a través del Programa de Cooperación Biológica haciendo hincapié especialmente en desarrollo de insectos asesinos”.
Precisamente, la DARPA es la encargada del Programa Insectos Aliados en colaboración con las universidades de Texas, Pensilvania, Ohio y el Instituto Boyce Thompson de Nueva York, para el cual tiene un presupuesto de 47 millones de dólares.

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Richard Guy Reeves, del Instituto Max Plank para Biología de la Evolución (Alemania), afirmó en las páginas de la revista Science que la “DARPA está creando insectos para transportar virus siendo un nuevo tipo de armas biológicas”. El proyecto plantea insertar virus modificados genéticamente en tres tipos de insectos: pulgas, chicharras y aleuródidos. En respuesta a la información de la revista Science, el director del programa de la DARPA Insectos Aliados, Blake Bectine declaró que el programa fue creado “para proporcionar nuevas capacidades de protección a Estados Unidos”.
El hecho de que varios virólogos del Pentágono y sus colegas de Canadá, Reino Unido, Japón, Alemania estaban haciendo sus estudios respecto a los coronavirus en el laboratorio BSL-4 de Wuhan, abre la posibilidad de la filtración deliberada del 2019-nCoV ya manipulado por la mano de científicos, teniendo en cuenta la historia del uso de virus por Estados Unidos como armas biológicas o por un descuido de los virólogos chinos. Tampoco hay que olvidar que, según Alan Cantwell, desde hace más de 40 años los virólogos habían estado tratando de modificar genéticamente los coronavirus tanto en laboratorios militares como en los civiles para elevar los virus a nivel de armas biológicas. Ya en 1987, unos 107 virólogos estaban dedicándose a esta tarea. (Global Research, 25 de enero, 2020).
Entonces, no sería nada descabellada (aunque diabólica) la idea de experimentar con coronavirus durante el apogeo de la guerra comercial entre Estados Unidos y China para socavar a este país asiático económica y humanamente ya que es el mayor competidor de Estados Unidos. La actual dislocación económica y social de China favorece a Estados Unidos. El secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross ya reconoció este hecho abiertamente en una entrevista con Fox News recalcando que el virus podría ayudar a la agenda “America First”, afectando a China económicamente y “así haría acelerar el retorno de los empleos a América del Norte”.

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Donald Trump en su Discurso Anual “State of the Union” también enfatizó que “los enemigos de Estados Unidos están retrocediendo, la riqueza estadounidense está creciendo y el futuro de Estados Unidos se vislumbra radiante”.
También llama la atención el hecho que mientras los científicos chinos y rusos dicen que tomaría más de ocho meses crear la vacuna para el 2019-nCoV, el director del Vaccine Research Center en NIH, Barney Graham, anunció que tal vacuna ya existe y fue creada a base de las vacunas para CoV SARS y Co MERS. Lo único que falta es obtener la aprobación de esta vacuna por las autoridades federales de Estados Unidos.
Todo esto significa que el coronavirus 2019-nCoV no es algo nuevo y fue elaborado hace tiempo e inclusive se sabe cómo detenerlo, pero por algunas claras razones geoestratégicas globales, Estados Unidos prefiere demorarse en ayudar a China a combatir esta pandemia que ya ha cobrado más de 1,018 vidas a nivel global, de las cuales 974 eran ciudadanos chinos, y dejó infectados a 43,138 personas, de los cuales 42,667 son habitantes de China (John Hopkins CSSE, 11 de enero 2020).

Fuente: Sputnik