Christine Lagarde completa su propia Santísima Trinidad: tras ser ministra de Finanzas de Francia entre 2007 y 2011, directora del International Monetary Fund (IMF) entre 2011 y 2019 – periodo que en realidad culminaba en 2021–, ahora fue nombrada para ocupar el cargo de presidenta del European Central Bank (ECB). Muchos ya se están agarrando de sus sillas.
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Y es que el terremoto puede llegar a ser muy violento, por eso hay que asirse bien. A Christine Lagarde la fama le precede. Con grandes dotes para el malabarismo, Lagarde logró ser ubicada en tres posiciones providenciales en los últimos doce años.
El economista José Luis Carretero Miramar traza el perfil de la futura presidenta del ECB. “Es al fin y al cabo una abogada de formación, con un master en Ciencias Políticas, pero que ha trabajado siempre para la oligarquía, para aquellos que necesitaban convertir su dinero en el centro del poder global”.
El primer gran cuadro que cubrió Lagarde fue el de ministra de Finanzas de Francia entre 2007 y 2011, llevando al país a un descalabro económico en cuanto al déficit, algo que terminó siendo un auténtico misilazo en la línea de flotación de su jefe, y quien le había confiado el cargo, el presidente frances Nicolas Sarkozy.
Luego, sus artes malabares demostraron que “sabe caer de pie” y la llevaron a hacerse con el timón del IMF. En ese cuadro, Grecia pasó a ser un ejemplo paradigmático de su labor de saneamiento: luego de su paso – que recordó al rey de los hunos–, en el país helénico no volvió a crecer la hierba. Eso, sin mencionar que fue hallada culpable por negligencia en el desvío de fondos públicos por un hecho ocurrido en 2008, durante su gestión como Ministra de Finanzas francesa. La sentencia fue en diciembre de 2016, poco más de dos años y medio atrás.
Es así que ahora vuelve a demostrar sus grandes habilidades circenses y queda a la vista que esta trapecista hace sus saltos con una gran red protectora. Y es que estos antecedentes curriculares que en cualquier otro mortal hubieran significado el último clavo en su ataúd laboral, a Lagarde le sirvieron como plataforma para ganarse el derecho a guiar los destinos económicos de Europa al ser nominada a ocupar la presidencia del European Central Bank.
Una decisión del todo paradójica de quienes cortan el bacalao en Europa en el reparto de cargos de los ‘top jobs’: Comission, Council, Parliament y European Central Bank. Y es que para confirmar la paradoja suicida no hay que ir muy lejos en el tiempo. En enero de este año, en unos actos de celebración del 20º aniversario del euro, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, hizo un ejercicio de contrición para expiar sus pecados sobre el grave error cometido con Grecia con las medidas tomadas cuando comenzó su crisis a finales de 2009.
“He lamentado la falta de solidaridad. No fuimos suficientemente solidarios con Grecia. Insultamos a Grecia”. Juncker lamentó que los líderes europeos le hayan dado demasiada importancia y protagonismo al IMF. “Éramos varios los que pensábamos que Europa tenía músculo suficiente para resistir sin la influencia del IMF”. Y puso un ejemplo revelador: “Si el estado de California entra en dificultades, Estados Unidos no se dirige al IMF. Tendríamos que haber hecho lo mismo”.
“Los rescates impuestos a Grecia fueron una gran salvajada que provocaron un auténtico colapso en términos humanitarios del país”, sostiene Carretero Miramar.
El economista afirma en este sentido que “esta política económica de austeridad implementada durante la crisis ha representado básicamente una política de redistribución de la renta de los pobres hacia los ricos”.
Entonces, con estas cartas a la vista, aun así la cúpula de la Union Europea decide que Lagarde es la persona indicada para dirigir el ECB. A buen puerto vas por agua, dice la frase.
“Es impactante en cierta manera la elección de Lagarde. […] No tiene un currículum absolutamente limpio que pueda presentar, y es una persona que ha estado muy vinculada por lo tanto a todo lo que viene siendo la ortodoxia económica dominante y tiene la determinación de utilizar los instrumentos de la ortodoxia para hacer aquello que los grandes poderes económicos oligárquicos quieren”, concluye José Luis Carretero Miramar.
Fuente: Sputnik