El resultado del 78 por ciento a favor de una nueva constitución en un referendum en Chile, es una acusación condenatoria contra el sistema neoliberal adoptado bajo un gobierno militar golpista de derecha en 1973 que se utilizó como plataforma de lanzamiento para programas similares en todo el mundo.
El Domingo, casi exactamente un año después de que estallaran las protestas por la desigualdad en el país, los chilenos votaron en un histórico referendum para adoptar una nueva constitución que abandonará la consagrada en 1980 bajo la dictadura militar del general Augusto Pinochet.
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Como escribieron Robert Packenham y William Ratliff en un articulo de la Hoover Institution en 2007, “El primer país del mundo en hacer esa ruptura trascendental con el pasado – lejos del socialismo y el capitalismo de estado extremo hacia estructuras y políticas más orientadas al mercado – no fue la China de Deng Xiaoping o la Gran Bretaña de Margaret Thatcher a finales de los 1970s, los Estados Unidos de Ronald Reagan de 1981, o cualquier otro pais de Latin America o de otro lugar. Fue el Chile de Pinochet en 1975.”
Este sistema fue adoptado en claro desafío a la voluntad de los votantes chilenos que eligieron democráticamente al líder socialista Salvador Allende como presidente en 1970. Estados Unidos, que durante mucho tiempo había estado subvirtiendo la candidatura de Allende, quería que Chile permaneciera bajo su dedo y no siguiera un camino de desarrollo independiente o una dirección de política exterior, lo que una presidencia de Allende garantizaba.
Durante el primer año de Allende en el cargo, los salarios reales aumentaron dramáticamente a medida que su administración comenzó a nacionalizar industrias clave. Sin embargo, la economía chilena se vio duramente afectada por las agresivas sanciones estadounidenses impuestas por el ex presidente estadounidense Richard Nixon. La inflación alcanzó una tasa anual del 150 por ciento en 1973, lo que agregó una seria presión interna al gobierno de Allende y preparó el escenario para el golpe de estado respaldado por la CIA en Septiembre de ese año que instaló al General Pinochet – el comandante en jefe de los militares – en el poder.
Fueron los ‘Chicago Boys’, un grupo de estudiantes de post grado chilenos que fueron invitados a estudiar en la University of Chicago en la década de los 1950s directamente bajo el cerebro neoliberal de Milton Friedman y su protegido, Arnold Harberger, quienes diseñaron las políticas económicas de Pinochet, exacerbando la desigualdad como nunca antes se habia visto. Fueron ellos quienes ayudaron a crear la constitución de la era Pinochet en 1980.
Esta era de la historia de Chile fue un experimento social para el trabajo teórico de Friedman y sus contemporáneos del lado de la oferta que prometieron crear un crecimiento económico sostenido y “derramar” esta riqueza recién creada sobre los trabajadores.
Los estudiosos no habían estado de acuerdo sobre el éxito de estas políticas neoliberales para lograr estos objetivos, con algunos acreditando el éxito económico relativo de Chile en América Latina a estas políticas neoliberales y otros citando las profundas divisiones en la sociedad exacerbadas por estas políticas.
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El fracaso evidente de estas políticas se produjo en 1982 cuando la crisis económica más grave que enfrentó el país desde la Gran Depresión causó que el PIB cayera 14.3 por ciento y el desempleo se elevó a 23.7 por ciento. Si bien algunos lo atribuyen a la crisis de la deuda latinoamericana de la década de 1980, el retroceso desproporcionado de Chile durante este tiempo fue único entre sus vecinos de la region y su radical terapia de choque fue sin duda la culpable.
Incluso después de que la crisis disminuyó y el crecimiento del país comenzó a superar a sus vecinos de la region en lo que Milton Friedman llamó el “Milagro de Chile”, este crecimiento se logró debido a una versión menos radical del programa neoliberal en una especie de sistema mixto durante los gobiernos de Concertación de centro-izquierda Concertación entre 1990 y 2010.
Si bien el crecimiento económico se ha acelerado y la desigualdad ha disminuido en cierta medida, Chile sigue siendo una de las sociedades más desiguales de América Latina y la política imperante hace poco para abordarlo, no de la manera que los chilenos obviamente quieren. La pobreza aún persiste, el costo general de la vida está aumentando y los oligarcas de mayores ingresos continúan obteniendo la mayor parte de la riqueza recién generada. Los problemas de desigualdad de Chile, como entienden los votantes, son sistémicos.
Incluso por el propio análisis de Friedman de la historia del país, sus políticas profesadas fueron de hecho un fracaso como lo demuestra su rechazo en el referéndum del Domingo. El alabó el programa económico del régimen de Pinochet, aunque afirmó tener menos admiración por su represión política. Fue la liberación de los mercados de Chile y la reorientación de la economía hacia la privatización lo que permitió que la democracia floreciera cuando Pinochet salió en 1988 después de no poder ganar un referéndum sobre la extensión de su presidencia, según él.
Sin embargo, ahora es la democracia, que sin duda ya existía en Chile antes de que Pinochet llegara al poder, lo que ha deshecho el esqueleto del programa político neoliberal. Sin duda, existen elementos reaccionarios dentro de Chile y los detalles exactos de una nueva constitución aún estan por verse. Es previsible que estos elementos puedan avanzar en un programa neoliberal similar o incluso más radical en una nueva constitución, pero los resultados del referéndum del domingo hablan del éxito del movimiento social que impulsó la votación en primer lugar – el movimiento contra el neoliberalismo. Ellos son los que están preparados para liderar las nuevas propuestas.
El movimiento mundial contra el neoliberalismo en realidad ha ganado dos victorias recientes en América Latina: el referéndum constitucional del domingo y la victoria de Luis Arce y el Movimiento por el Socialismo (MAS) en las elecciones de Bolivia el 18 de Octubre. El primero representa el rechazo total del neoliberalismo, mientras que el segundo representa el hecho de que la replicación del golpe de 1973 que creó las condiciones para que el neoliberalismo entrara primero en el mundo material no puede volver a suceder. Las similitudes entre lo que el régimen golpista de Jeanine Añez, respaldado por Estados Unidos, intentó hacer que sucediera en Bolivia este año y lo que hizo el régimen de Pinochet son extensas.
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El neoliberalismo ha seguido siendo el paradigma económico e ideológico preeminente del mundo desde al menos la década de 1970s, pero como dice un eslogan popular de protesta chileno: “El neoliberalismo nació en Chile y morirá en Chile.Lo que sucede en la adopción de una nueva constitución chilena puede ser un barómetro útil para lo que puede ser la próxima realineación ideológica del mundo, tal como lo fue en 1980.
Fuente: RT