Australia se vio envuelta en otra controversia esta semana después de que los viajeros que regresaban afirmaran que se vieron obligados a entregar sus teléfonos y contraseñas a los funcionarios de aduana en el aeropuerto.
Un hombre le dijo a The Guardian el Martes que a él y a su pareja se les obligó a escribir sus contraseñas telefónicas para los funcionarios de aduana al regresar a Australia de unas vacaciones de 10 días en Fiji.
Al dar a los funcionarios sus contraseñas, sus teléfonos fueron llevados a una habitación separada durante media hora, donde no estaba claro qué se estaba buscando.
“No nos informaron por qué querían mirar los teléfonos. No nos dijeron nada”, dijo el hombre, llamándolo una “grave violación de la privacidad.”
“¿Quién sabe qué sacarán de esto? Con su teléfono y su código de acceso, tienen todo, acceso a todo su historial de correo electrónico, contraseñas guardadas, banca, Medicare, myGov. Hay mucho alcance”, el agregó.
Desafortunadamente, la práctica no es nada nuevo y los funcionarios de aduana australianos tienen el poder de solicitar dispositivos y contraseñas a los viajeros entrantes, sean australianos o no.
Un portavoz de la Australian Border Force dijo a The Guardian que la práctica tenía como objetivo “proteger a la comunidad australiana del daño” y se jactó de que “la información incautada de los teléfonos de los pasajeros ha contribuido al éxito de muchas operaciones policiales nacionales dirigidas a actividades ilegales.”
Sin embargo, periodistas y activistas de derechos humanos condenaron la práctica, calificándola de “grosera y abusiva” y comparando a Australia bajo el actual gobierno de Morrison con una dictadura autoritaria.
“Realmente preocupante – esto es lo que hacen los países autoritarios. No debería estar sucediendo en Australia”, escribió el martes la investigadora de Human Rights Watch Sophie McNeill.
Los periodistas en particular, que tienen el deber de proteger las fuentes y otra información confidencial, expresaron su preocupación por la práctica, con el reportero australiano Jim Malo tuiteando que “se siente jodido de que tenga la necesidad de limpiar mi teléfono cuando regrese a mi propio país.”
Otros, incluido el ex senador australiano Scott Ludlam, respondieron pidiendo una carta de derechos humanos en el país.
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Fuente: RT