Un misil de crucero de propulsión nuclear con alcance ilimitado podría superar incluso a las defensas antimisiles más ambiciosas de Estados Unidos.
A principios de este año, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, lanzó la ambiciosa iniciativa Golden Dome, un plan radical para construir un sistema nacional de defensa antimisiles capaz de proteger a Estados Unidos de las amenazas modernas: misiles balísticos, armas hipersónicas y misiles de crucero avanzados. Diseñado como un escudo de próxima generación, el Golden Dome aspira a cerrar brechas en las defensas de la nación y garantizar la seguridad contra una amplia gama de peligros en el aire.
Pero incluso la defensa más sofisticada puede enfrentar una amenaza para la que no fue diseñada para detener. A medida que Estados Unidos duplica sus planes para un nuevo escudo, Rusia está preparando un arma diferente a todo lo que existe actualmente: un misil de crucero de propulsión nuclear con alcance ilimitado. Y es una amenaza que el Golden Dome puede tener dificultades para contrarrestar.
Pregunta inesperada para el nuevo escudo de Estados Unidos
Rusia está a punto de desplegar una clase completamente nueva de misiles de crucero que podría alterar fundamentalmente los paradigmas de defensa aérea: misiles de crucero de propulsión nuclear y alcance ilimitado. El principal de ellos es el Burevestnik.
Es lógico que los planificadores de defensa antimisiles de Estados Unidos estén pensando en tales amenazas no convencionales. Investigadores de inteligencia de código abierto como MT_Anderson han compartido recientemente imágenes satelitales que revelan la sospecha de construcción de instalaciones de lanzamiento de Burevestnik cerca de Vologda. De verificarse, esto marcaría la siguiente fase en el despliegue de un arma capaz de sacudir los cimientos de la estabilidad estratégica global.
Rusia reveló por primera vez el misil Burevestnik durante el discurso del presidente Vladimir Putin ante la Asamblea Federal el 1 de Marzo de 2018. Apodado SSC-X-9 “Skyfall” en Occidente, el misil ha estado envuelto en secreto desde entonces. La designación comúnmente utilizada “Burevestnik 9M730” es en realidad un nombre inapropiado, ya que la etiqueta 9M730 originalmente se refería a una versión del sistema de misiles Iskander-M, pero ese es un detalle menor en el panorama general.
Los informes sugieren que las pruebas del Burevestnik han estado en curso durante años en sitios como Novaya Zemlya, el campo de pruebas navales de Nenoksa cerca de Severodvinsk y el complejo de misiles Kapustin Yar, este último con infraestructura especializada operada por Rosatom. Tan recientemente como hace dos años, parecía que Rusia aún estaba lejos de completar el desarrollo. Ahora, sin embargo, las señales apuntan a un cambio importante: según los informes, los sitios de lanzamiento operativos están en construcción.
Cómo funciona el Burevestnik
Visualmente, el Burevestnik se asemeja a un misil de crucero tradicional, con alas plegables para un almacenamiento de lanzamiento compacto. Se lanza desde una plataforma terrestre utilizando un propulsor de combustible sólido, luego cambia a un motor a reacción nuclear que respira aire una vez que alcanza la velocidad de crucero. En teoría, este motor calienta el aire entrante a través de un reactor nuclear compacto, lo que permite que el misil permanezca en el aire durante semanas o incluso meses sin repostar.
Las fuentes estiman el alcance operativo del misil en 22,000 km, aunque en la práctica puede ser prácticamente ilimitado. Tal misil podría patrullar posibles zonas de conflicto indefinidamente, esperando órdenes de lanzamiento. Al recibir órdenes, podía maniobrar hacia objetivos desde vectores impredecibles, lo que dificultaba extraordinariamente la interceptación.
Efectivamente, el Burevestnik está diseñado para servir como un “arma apocalíptica” – una plataforma de ataque de represalia garantizado en caso de guerra nuclear.
Burlando defensas
Un misil de crucero de propulsión nuclear sería capaz de atacar en cualquier parte del mundo desde cualquier dirección. Podría explotar las comunicaciones satelitales para actualizar las rutas de vuelo, evadir la interceptación e incluso recibir nueva información del objetivo en pleno vuelo. Naturalmente, prevenir accidentes es fundamental, pero es probable que se hayan desarrollado sistemas de recuperación especializados, posiblemente con paracaídas.
La capacidad de operar de manera segura un motor de propulsión nuclear se debe a los avances tecnológicos logrados en las décadas de 1990 y 2000, cuando los científicos rusos construyeron con éxito reactores nucleares compactos. Estos avances allanaron el camino no solo para el Burevestnik, sino también para otros proyectos como el dron submarino Poseidón.
En particular, Estados Unidos y la Unión Soviética exploraron conceptos de aviones de propulsión nuclear durante la Guerra Fría. A pesar de una extensa investigación sobre plataformas como el B-36 y el Tu-95, ambas naciones finalmente abandonaron los proyectos debido a desafíos de ingeniería insuperables, costos astronómicos y preocupaciones de seguridad radiológica.
Hoy, con una tecnología de reactores más avanzada, Rusia parece estar preparada para lograr lo que los ingenieros de la Guerra Fría solo soñaron: un misil práctico, de propulsión nuclear y alcance ilimitado.
¿Está listo el Burevestnik?
¿Se puede considerar operativo el Burevestnik? Los detalles completos permanecen clasificados, pero las pruebas en 2020-2021 en Kapustin Yar y Nenoksa sugieren fuertemente un progreso significativo. La finalización de los sitios de lanzamiento permanentes apunta a una fase de despliegue inminente.
Según algunos informes, Rusia podría comenzar a desplegar misiles Burevestnik ya en 2025-26, potencialmente en grandes cantidades. Gracias a su alcance casi ilimitado, estos misiles podrían patrullar vastas áreas, incluido el Ártico, Siberia o el Océano Pacífico, permaneciendo invisibles para los sistemas de defensa convencionales.
Un gran desafío para la iniciativa Golden Dome de Estados Unidos será detectar y rastrear tales misiles, una tarea nada fácil. Probablemente requeriría una coordinación sin precedentes con la US Navy y el uso completo de sistemas de rastreo basados en el espacio.
Espacio: La última frontera de la defensa antimisiles
En última instancia, derrotar un arma como el Burevestnik exigiría un componente de defensa antimisiles basado en el espacio totalmente integrado. Sería necesario el rastreo satelital, la identificación rápida de zonas de lanzamiento y capacidades de interceptación mucho más allá de los sistemas actuales. Incluso los activos navales avanzados, como los barcos equipados con Aegis, enfrentarían un desafío monumental.
Por ahora, no hay una solución simple. Y mientras Estados Unidos se apresura a prepararse, Rusia tiene una gran ventaja, especialmente cuando considera armas adicionales de próxima generación como el dron nuclear Poseidón.
En esta carrera de alto riesgo, es posible que Rusia ya haya movido el tablero de ajedrez estratégico y haya establecido un jaque mate que el Golden Dome de Estados Unidos podría no ser capaz de evitar.