Después de una prueba exitosa de un anti-satellite missile (ASAT) el Lunes, Rusia ha sido bombardeada con acusaciones de imprudencia y de crear nuevos peligros para los humanos y el equipo en el espacio. Sin embargo, el acusador principal, Estados Unidos, tiene una historia de décadas de hacer explotar cosas en el espacio con poca consideración de las consecuencias.
El Lunes, un direct-ascent missile disparado desde el Cosmódromo de Plesetsk en el norte de Rusia derribó un satélite de radiovigilancia Tselina-D inoperable que hace décadas fue puestó en órbita por la antigua Unión de Republicas Socialistas Soviéticas (URSS – hoy Rusia). La interceptación, que tuvo lugar sobre el Océano Ártico, fue programada para minimizar el riesgo planteado a otros objetos artificiales en el espacio, incluida la Estación Espacial Internacional, que se encuentra en una órbita diferente decenas de millas más hacia el espacio exterior.
Bienvenido a la edad de piedra: Rusia confirma pruebas de misiles antisatélite
A pesar de las precauciones, altos funcionarios de Estados Unidos y otros aliados de NATO han acusado a Rusia de ser “imprudente”, afirmando que el conjunto de escombros de más de 1,500 piezas” ahora amenaza los intereses de todas las naciones”.
“Esta prueba aumentará significativamente el riesgo para los astronautas y cosmonautas en la Estación Espacial Internacional, así como para otras actividades de vuelos espaciales tripulados”, dijo el portavoz del US State Department, Ned Price. “El comportamiento peligroso e irresponsable de Rusia pone en peligro la sostenibilidad a largo plazo del espacio extraterrestre y demuestra claramente que las afirmaciones de Rusia de oponerse al emplazamiento de armas en el espacio son falsas e hipócritas.”
Declaraciones similares han venido de los ministerios de defensa del Reino Unido y Francia.
Dadas tales declaraciones, uno pensaría que los Estados Unidos nunca habían probado un arma en el espacio, y mucho menos derribado un satélite antes. Sin embargo, eso está muy lejos de la verdad. Si bien Sputnik ha informado sobre la larga historia de militarización del espacio de Estados Unidos, destaca un ejemplo particularmente atroz: la prueba Starfish Prime de 1962.
Foto de prueba nuclear Starfish Prime, Honolulu, Hawaii, 9 de julio de 1962. La explosión a 250 millas de altura, destrozó las luces de las calles a 900 millas de distancia en Hawai y dañó seis satélites en órbita. © Congressional report
Starfish Prime fue parte de una serie más extensa de pruebas conocida como Project Fishbowl, con la intención de averiguar qué tipo de peligro representaba un arma nuclear si se detonaba a gran altura, particularmente por su pulso electromagnético. Tanto los Estados Unidos como la URSS habían detonado dispositivos nucleares muy pequeños en órbita terrestre baja antes, pero nunca uno de esta potencia y a esta altura. Nadie sabía lo que pasaría.
La prueba del 9 de Julio de 1962 uso una bomba nuclear de 1.4 megatones cargada en un misil balístico de alcance intermedio PGM-17 Thor y detonó a 240 millas de altura cerca del Johnston Atoll en el Océano Pacífico. Mientras que su calor destructivo y su onda de choque estaban ciertamente demasiado lejos para afectar cualquier cosa en la Tierra, su pulso electromagnético de hecho se fortaleció por su gran altura, y los iones superpotentes se propagaron a lo largo y ancho por el campo magnético de la Tierra, donde persistieron por más de cinco años.
Esta foto de una aurora artificial generada por la explosión nuclear fue tomada por alguien en un avión justo momentos después de la detonación.
Fotografía de aurora creada por explosión de prueba nuclear a gran altitud Starfish Prime en el curso de la Operation Dominic el 9 de julio de 1962. Rendimiento 1450 kilotones, altitud 250 millas © US Defense Threat Reduction Agency
“Para nuestra gran sorpresa y consternación, se encontró que la Starfish agregó significativamente a los electrones en los Van Allen belts”, escribió el US Atomic Energy Commission Chairman, Glenn Seaborg, en sus memorias, según la revista Smithsonian. “Este resultado contravenía todas nuestras predicciones.”
La radiación del EMP circuló por la Tierra durante meses después, creando un cinturón de radiación distinto que fue responsable de la destrucción de seis satélites, incluido el primer satélite del Reino Unido, Ariel 1, y un satélite soviético, según la Discover Magazine.
Solo un mes después de la prueba Starfish Prime, dos cosmonautas soviéticos, Andriyan Nikolayev y Pavel Popovich, fueron lanzados en la nave espacial Vostok 3 y Vostok 4, respectivamente, lo que significa que también estaban en peligro por el cinturón de radiación de la prueba nuclear de Estados Unidos.
Sin embargo, la explosión nuclar estadounidense en el espacio exterior también tuvo efectos aquí en la Tierra: a 900 millas de distancia en Honolulu, Hawai, la explosión fue brillante y visible en el cielo y el pulso electromagnético apagó más de 300 farolas. Las sobretensiones eléctricas causadas por el pulso electromagnético se detectaron en aviones en pleno vuelo, el servicio telefónico se interrumpió y se activaron alarmas antirrobo, imitando de muchas maneras los efectos de poderosas tormentas solares cuando impactan en la magnetosfera de la Tierra. A dos mil millas de distancia en Fiji, Oceania, el espectáculo fue descrito como “impresionante”.
US Nike-Zeus anti-ballistic missile interceptors, los cuales tambien fueron usados en pruebas anti-satelite (ASAT) exitosas © US National Park Service
Un año más tarde, el entonces US Defense Secretary Robert McNamara ordenó que un interceptor de misiles balísticos Nike-Zeus con armamento nuclear se mantuviera activo en todo momento en la base de misiles de Estados Unidos en el Kwajalein Atoll, listo para ser desplegado contra satélites soviéticos en cualquier momento si fuera necesario. Los Estados Unidos también utilizaron sus misiles Thor en un rol antisatélite en la década de 1970, antes de desarrollar un misil antisatélite especial que podría ser disparado por un avión de combate F-15 Eagle – el ASM-135 – en 1985.
El ASM-135 fue utilizado el 13 de Septiembre de 1985 para derribar un satélite estadounidense Solwind P78-1 – el piloto que apretó el gatillo fue posteriormente apodado el “Space Ace”. Esa explosión creó 285 piezas de escombros que tardaron 19 años en volver a caer en la atmósfera de la Tierra, según la Air & Space Magazine.
Uno se pregunta si estas pruebas estadounidenses también “amenazaron los intereses de todas las naciones?”
Fuente: Sputnik