El Domingo 18 de octubre Bolivia habló pacífica y firmemente y depositó abrumadoramente su confianza en Luis Alberto Arce Catacora y David Choquehuanca, candidatos del Partido socialista MAS del ex Presidente Evo Morales, para que saquen al país del descalabro en que lo sumio la derecha golpista encabezada por Jeanine Añez.
El triunfo del MAS en boca de urna fue contundente, y con ello se muestra el rechazo de la mayoría de los bolivianos a la discriminación, a la corrupción y a la manipulación. La agonía por la espera de los resultados preliminares se hizo infinita, pues la incertidumbre y el temor al fraude era inminente.
Durante más de 11 meses el pueblo de Bolivia aguantó en silencio la violencia física, psicológica y la muerte – como la masacre de Sacaba y Senkata -, el encarcelamiento de inocentes, las amenazas permanentes y el saqueo de las arcas del país a manos de un puñado de gente que nunca debió haber tenido las riendas del Gobierno.
La Presidencia interina de la golpista Jeanine Añez pasará a la historia como una de las peores de Bolivia, pues así lo revelan los datos económicos y de salud. Esto claramente demuestra que no basta ser mujer para entender las necesidades de un país. Se necesita estar comprometido con las mayorías más necesitadas, y ella nunca lo estuvo.
Junto a sus complices, Añez siempre evidenció su rechazo a la multiculturalidad de Bolivia, y no supo siquiera entender la oportunidad única que tuvo de dejar una huella positiva en la historia. Podría decirse incluso que esa conducta es muy coherente con la forma y los medios ilegales por los que llegó al Gobierno.
Son muchos los factores que decidieron el voto. Fue un voto de confianza por la lucha contra la corrupción en la que está sumida Bolivia. Esto es un mensaje claro para Arce Catacora y Choquehuanca, la gente les ha delegado esa tarea.
El pueblo se dio cuenta de que, de triunfar Mesa o Camacho, habría sido difícil incluso reconocerse como aymara, quechua, guaraní o de cualquier cultura, pues en esos candidatos el negacionismo plurinacional es evidente.
Es un voto contra la violencia en todas sus formas; en especial la de la prensa mediática, que intentó por los medios más inimaginables manipular, generar actos de violencia, exacerbar sentimientos y dividir familias, amigos y vecinos.
No será una tarea fácil para los candidatos electos, pero se sabe de sus capacidades técnicas y humanas. Aunque ante todo se sabe de su compromiso con la construcción del Estado plurinacional.
Ahora ya no hay incertidumbre: la tendencia en los resultados de la votación, hasta donde hoy avanza, es clara.
El triunfo se veía venir en los rostros de la gente, pero la gran duda era si el aparato gubernamental, militar, mediático y antiplurinacional permitirían que se manifestara la preferencia real del pueblo boliviano.
El voto ha sido tan contundente que hasta Añez debió salir a reconocerlo.
Algo que se debe tomar en cuenta y que no es un hecho menor: las fuerzas de ultraderecha como la liderada por Luis Fernando Camacho estarán en el Parlamento con un electorado rondando el 15%. Camacho, un personaje oscuro que recuerda lo más turbio del paramilitarismo, en su entorno más estrecho tiene personajes con sed de venganza y odio. El MAS y el partido de Carlos Mesa, Comunidad Ciudadana, tendrán que lidiar con ella, y, no es homogénea.
A la espera de los resultados finales, Bolivia ahora ingresa en una nueva etapa: la etapa de transición hacia un Gobierno elegido democráticamente y con mayoría parlamentaria.
El candidato ganador, Arce Catacora, agradeció el apoyo y la confianza del pueblo boliviano y manifestó su compromiso de retomar la estabilidad y la paz social. Que así sea. El pueblo boliviano se lo merece.
Fuente: Sputnik