Cuando Donald J. Trump fue inagurado en la White House por la misma institución anacrónica que una vez condenó – the Electoral College – Yo sabía que Estados Unidos iba a sufrir uno de los peores, si no el peor, períodos de su historia.
Lo que muchos ignoraron en la división entre los partidarios y detractores de Trump fue que su llamada “elección” fue mucho más allá de la política tradicional de partido. Trump representó y representa un mal no adulterado que no solo trasciende la política, sino incluso los principios de la decencia humana. Debajo de todas sus desvaríos pueriles que a los medios de comunicación les encanta diseccionar reside un sociópata que, si no fuera por su dinero, habría sido encarcelado, en lugar de idolatrado, hace mucho tiempo.
Ahora, a raíz de las protestas por el asesinato del afroestadounidense George Floyd, Trump nuevamente amenaza con declarar una redada de grupos de izquierda, colectivamente llamados Antifa, una organización “terrorista”. Y, como de costumbre, su operador sin ley, el igualmente sociópata William Barr, está junto a el apoyandolo, culpando a “radicales y agitadores externos” por explotar la muerte del Sr. Floyd para “su propia agenda separatista y violenta”.
Lo que no debería perderse de vista en la retórica de Trump y Barr es que esta es la misma vituperación que se usó incesantemente contra los trabajadores de derechos civiles del norte durante los años 1950s y 1960s. Los afroamericanos, según los supremacistas blancos del sur, se habían contentado perfectamente con vivir bajo las opresivas leyes de segregación “Jim Crow” hasta que aparecieron estos “agitadores externos”.
Por supuesto, la realidad es que la gente local a menudo se siente tan intimidada por la estructura de poder de la comunidad en la que viven que dudan en hablar en contra de las injusticias, por temor a que se les apliquen represalias social, económica y / o físicamente. Por lo tanto, a menudo recae en aquellos que vivían fuera de estas comunidades para llamar la atención sobre las injusticias que se llevan a cabo dentro.
Además, Trump y Barr son megalómaniacales y lo suficientemente desquiciados como para emplear otras técnicas a menudo utilizadas por aquellos en el poder para socavar o silenciar los mensajes de los manifestantes con los que no están de acuerdo, como usar discursos “duros” para instigar a la policía a provocar o escalar situaciones volátiles, y / o insertar provocadores o informantes de agentes para incitar la violencia.
Entonces, mientras que, con razón o injustamente, Antifa está siendo culpada por algunos de los violentos disturbios después del asesinato del Sr. Floyd, en términos de muerte y destrucción en general, no es difícil discernir quién es realmente el terrorista estadounidense premier y quién es directamente responsable de los disturbios que el mundo está presenciando hoy. Por las razones enumeradas a continuación, y muchas otras similares, este terrorista es Donald J. Trump:
- De acuerdo a un artículo de 2018 en el Washington Post, los supremacistas blancos y los grupos políticos de derecha “fueron responsables del 74 por ciento de los asesinatos cometidos por extremistas políticos en los Estados Unidos durante la última década” en comparación con el “2 por ciento cometido por radicales de izquierda.”
- Sin embargo, cada vez que manifestantes de derecha participan en violencia o intimidación, como se ve tanto en Charlottesville, Virginia como en Lansing, Michigan, Trump rutinariamente llama a estos manifestantes “buenas personas”.
- Los manifestantes que Trump apoyaba en Charlottesville defendían monumentos que glorificaban la esclavitud de los afroestadounidenses.
- Los manifestantes en Lansing estaban aumentando el riesgo de propagar el Coronavirus al no usar máscaras mientras gritaban en las caras de los agentes de la policía.
- Trump mismo, tiene la intención de aumentar la propagación y la tasa de mortalidad del Coronavirus alentando a los estados a reabrir prematuramente, y amenazando a los estados que no cumplen, e incluso se niega a usar una máscara cubrebocas y ridiculiza a los que lo hacen.
- Trump ha debilitado las leyes ambientales, lo que provocará más muertes relacionadas con la contaminación.
- Trump condena la violencia que ocurrió durante algunas de las protestas de Floyd, pero exacerba dicha violencia etiquetando a los manifestantes como “matones” y amenazando con usar “disparos”, “perros rabiosos” y “armas letales” contra ellos.
- Sin embargo, cuando gente, como Colin Kaepernick, protestó pacíficamente para llamar la atención sobre la razón de fondo que mató a George Floyd, Trump los llamó “hijos de perra”, e incluso alentó a los dueños predominantemente blancos y simpatizantes de Trump de la NFL a no solo poner en la “lista negra” a Kaepernick, sino también amenazar los trabajos de aquellos que, como dijo el dueño de los Dallas Cowboys y porrista de Trump, Jerry Jones, “no cumplan las reglas”
- Trump subrayó su oposición a las protestas pacíficas al instruir a su lacayo adulador, y falso cristiano, Mike Pence, a hacer una exhibición ostentosa en un juego de la NFL durante una protesta que le costó a los contribuyentes 242,000 dólares.
- Trump retwitteó un mensaje de un partidario que decía: “El único buen demócrata es un demócrata muerto.”
- Y finalmente, al igual que el cobarde, ateo y dictador fantoche que aspira a ser, Trump utilizó el ejército y la policía para lanzar gas lacrimógeno y disparar balas de goma a MANIFESTANTES PACIFICOS que no estaban haciendo nada más que ejercer sus Derechos Constitucionales, todo para que el pudiera tomarse una foto patética, rodeado de sus colaboradores frente a la St. John’s Episcopal Church, idiotamente sosteniendo una Biblia mientras le demuestra al mundo que no sabe absolutamente nada sobre los principios discutidos dentro de la causa de Will Bunch en The Philadelphia Inquirer para recordarnos el ahora demasiado real axioma: “Cuando el fascismo llege a Estados Unidos, estará envuelto en una bandera y llevando una cruz.”
A menudo he dicho que la destrucción de las naciones, y tal vez incluso del mundo, no evolucionará a partir de algún desastre natural, sino de la miopía terminal de la humanidad que falla incesantemente o se niega a ver y / o reconocer el mal. Estados Unidos se encuentra actualmente en las garras de ese mal, y ningún esfuerzo falso (y muy probablemente ilegal) para explotar la etiqueta “terrorista” debería distraer a los estadounidenses, o al mundo, de quién es el verdadero terrorista, el hombre que tiene la intención de matar a miles, quizás millones, a través de prejuicios, pobreza, pandemia y contaminación: Donald J. Trump.
Fuente: Pravda