Tras años de caza “científica”, los balleneros de Japón reanudarán sus operaciones comerciales en 2019, según una decisión del gobierno japones. Esto desafía una moratoria internacional de 1986 sobre la caza de especies en peligro de extinción.
Japón decidió abandonar la International Whaling Commission(IWC), lo que significa que los balleneros japoneses podrán reanudar la caza comercial por primera vez en más de 30 años. Japón informará oficialmente a la IWC de su decisión antes de fin de año y su salida entrará en vigor el 30 de junio.
Yoshihide Suga, chief cabinet secretary, aseguró al público que la caza comercial de ballenas “se limitará a las aguas territoriales y las zonas económicas exclusivas de Japón”. Suga dijo que los barcos del país no cazarían en la Antártida ni en el hemisferio sur, que era la principal fuente de preocupación de Australia.
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El anuncio no fue sorprendente, ya que este se produce después de que la IWC rechazó la solicitud de Japón de permitir que sus pescadores cazen minke y otras ballenas protegidas por la organización IWC. Pero los ecologistas acusaron a Japón de usar un tiempo “furtivo” para evitar la condena.
“Está claro que el gobierno japones está tratando ocultar este anuncio a fines de año, lejos de la atención de los medios internacionales, pero el mundo ve esto por lo que es”, dijo Greenpeace (GP) Japón en un comunicado.
GP advirtió que la tecnología de alto nivel condujo a la sobrepesca en aguas japonesas y en alta mar, lo que resultó en “el agotamiento de muchas especies de ballenas”. La mayoría de las poblaciones de ballenas aún no se han recuperado, dijo la ONG, y agregó que la lista incluye “ballenas grandes como ballenas azules, ballenas de aleta y ballenas sei”.
Desde un punto de vista tecnológico, la caza de ballenas moderna implica el uso de arpones explosivos. El proyectil generalmente se lanza desde cañones, penetrando en la piel de la ballena y explotando. Los balleneros suelen atacar la cabeza de una ballena, infligiendo un daño cerebral masivo y derribando al mamífero gigante, o matándolo instantáneamente.
En los últimos años, cientos de ballenas fueron asesinadas en lo que los funcionarios japoneses llamaron “investigación” o esfuerzos “científicos”. Sin embargo, las llamadas cacerías de “investigación científica”fueron excepcionalmente permitidas bajo una cláusula controvertida en el Antarctic Treaty.
Japón no es el primer país en reanudar la caza comercial de ballenas, ya que se une a Islandia y Noruega desafiando abiertamente la prohibición de 1986 de la IWC. A principios de abril, los pescadores islandeses establecieron un objetivo de 191 muertes por temporada, lo que generó críticas internacionales.
La caza de ballenas es un tema espinoso en la sociedad japonesa, donde la tradición de la caza de mamíferos marinos ha existido durante siglos. La carne de ballena fue vital en el Japón posterior a la Segunda Guerra Mundial, pero su consumo disminuyó significativamente a medida que el país se convirtio en una potencia economica durante las siguientes décadas.
Sin embargo, el gobierno conservador de Japón argumenta que existe la necesidad de pasar la cultura ballenera a la próxima generación. Muchos miembros del Liberal Democratic Party del primer ministro Shinzo Abe apoyan la caza de ballenas, y él mismo (Abe) proviene de una circunscripción donde la caza de ballenas sigue siendo popular.
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