“Hasta ahora, Estados Unidos ha mostrado al mundo que no están interesados en la diplomacia, el diálogo o la negociación. Solo tienen un modo de conducta – guerra, guerra, guerra”.
La nueva ronda de sanciones lanzada la semana pasada por Estados Unidos contra Rusia tiene un solo significado: los gobernantes de Estados Unidos quieren destruir la economía rusa. Según cualquier definición, Estados Unidos está, en efecto, declarando la guerra a Rusia.
Las medidas económicas implementadas pueden tener una cualidad aparentemente abstracta o estéril: prohibir las exportaciones de electrónicos a Rusia, sacudir los mercados financieros rusos, desplomar los precios de las acciones rusas. Pero la consecuencia material es que los funcionarios estadounidenses tienen la intención de infligir daños físicos a la sociedad rusa y al pueblo ruso.
Es una guerra económica en una escala en movimiento para la guerra militar, como sin duda apreciaría el general prusiano Karl von Clausewitz.
Parece aún más significativo que la semana pasada también los gigantes tecnológicos del internet de Estados Unidos (Facebook, You Tube, Apple y Spotify) lanzaron una gran represión contra los sitios web contra la guerra, lo que sugiere que los que están en el poder quieren cerrar cualquier crítica o conciencia pública de su imprudente belicismo.
Además, la última ronda de sanciones de Estados Unidos – ha habido varias rondas anteriores desde el conflicto ucraniano maquinado en 2014 – no se basa en nada más que especulación salvaje y ridícula, que solo agrega sal a la herida.
Estados Unidos dijo que las nuevas sanciones propuestas se deben a su “conclusión” de que el estado ruso fue responsable de un supuesto ataque con armas químicas contra un ex agente doble ruso en Inglaterra a principios de este año.
El llamado asunto Skripal que involucra a Sergei Skripal y su hija Yulia supuestamente envenenados por agentes rusos que usaron un agente nervioso mortal aún es un enigma no aclarado. Algunos incluso podrían decir que es una “farsa”.
El gobierno británico no ha presentado ninguna prueba para justificar sus sensacionales acusaciones contra Rusia. Sus afirmaciones de que Rusia fue responsable de envenenar a los Skripals se basa enteramente en afirmaciones sin sustento e insinuaciones dudosas.
Ahora, Estados Unidos impone sanciones basadas en una “conclusión” totalmente no verificada por parte de los británicos, sanciones que pretenden destruir la economía rusa. Las medidas punitivas propuestas van más allá de la habitual congelación de activos pertenecientes a individuos. Lo que Estados Unidos esta hacienda es atacar la operación financiera central de la economía rusa.
No es de extrañar que el primer ministro ruso Dmitry Medvedev haya emitido una respuesta seria a las últimas sanciones estadounidenses. Medvedev dijo que las sanciones estadounidenses eran comparables a la “guerra económica”. Medvedev advirtió que Rusia tendría que tomar represalias “políticamente, económicamente o de alguna otra manera”. El tono de Medvedev era inconfundiblemente alarmante por la naturaleza draconiana, injustificada e irracional de las acciones estadounidenses.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, también expresó su incredulidad y preocupación por la conducta de Estados Unidos. Peskov dijo que después de la aparentemente constructiva cumbre entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo ruso Vladimir Putin en Helsinki el mes pasado, esta última provocación de Estados Unidos hace que el gobierno estadounidense sea completamente impredecible.
Las sanciones recientes que entraron en vigor se limitan a prohibir las exportaciones de productos electrónicos estadounidenses a Rusia. Pero lo que viene después es desconcertante. Estados Unidos está diciendo que si Rusia no da una “garantía” para detener el uso futuro de armas químicas, y si Rusia no permite que los inspectores internacionales ingresen a su país para monitorear supuestas armas químicas, entonces la segunda ronda de sanciones se aplicará dentro de 90 dias.
La siguiente ronda de sanciones incluye la prohibición a la aerolínea estatal rusa, Aeroflot, de operar vuelos a los Estados Unidos. La imposibilidad de que Rusia satisfaga las demandas absurdas de Estados Unidos hace que la aplicación posterior de sanciones sea inevitable.
Un proyecto de ley por separado que está siendo revisado por el Congreso estadounidense, planea atacar el sistema bancario ruso, con el objetivo de evitar las transacciones internacionales.
Las mentiras son el camino elegido por Estados Unidos para el dominio global – Paul Craig
Los senadores que patrocinan ese proyecto de ley lo han etiquetado como “the sanctions bill from hell”. El título de la legislación propuesta lo dice todo: “Defending American Society From Russian Aggression Act”. Los senadores estadounidenses John McCain, Lindsey Graham, Robert Menéndez y Ben Cardin, entre otros rusófobos que están promoviendo la ley, son explícitos sobre el objetivo. Dicen que las medidas implementadas “aplastarán al Kremlin”.
Trágicamente, el pueblo estadounidense está siendo llevado al abismo por políticos que son ignorantes, locos o prostitutas por ganancias de guerra. Tal vez incluso todo lo anterior. Perversamente, estos políticos y sus clientes de los medios acusan a Rusia de “actos de guerra” por afirmaciones fantásticas sobre “interferencia electoral” cuando en realidad son ellos quienes están cometiendo actos de guerra contra Rusia.
Las posibilidades de que el presidente Trump use su poder ejecutivo para bloquear las próximas sanciones son insignificantes. El clima político en los Estados Unidos entre las agencias de inteligencia, los legisladores y los principales medios de comunicación se ha saturado de histeria anti-rusa. Estados Unidos es una oligarquía en la locura más allá de la responsabilidad democrática hacia su pueblo.
El anuncio la semana pasada de más incursiones económicas ofensivas contra Rusia envió a la economía rusa a desplomarse. El rublo, los bonos y las acciones cayeron en picada. Este es un ataque a los intereses vitales de Rusia. Una Barbarossa económica.
Sin duda, parte del cálculo estadounidense es fomentar el descontento social y la discordia hacia el gobierno de Putin. Es el mismo libro de jugadas ilegales que los estadounidenses están usando contra Irán, y Turquia cuyas economías también fueron golpeada la semana pasada con duras sanciones estadounidenses.
Si la economía rusa se ha visto sumida en la agitación debido a las últimas sanciones anunciadas, uno solo puede imaginar el daño infligido cuando aumentan los ataques estadounidenses sobre los fundamentos del sistema bancario de Rusia y su libertad de comerciar con el resto del mundo.
Para Estados Unidos, esta parece ser una temporada abierta para las sanciones. No se trata solo de Rusia e Irán en el extremo receptor. China, Canadá, la Unión Europea, Turquía, Venezuela, Corea del Norte, entre otros, también están siendo atacados por la guerra económica estadounidense, ya sea bajo el nombre de “sanciones” o indirectamente utilizando la retórica de los “aranceles”.
Por parte de Rusia, hasta ahora ha demostrado una tolerancia inmensa al tolerar las provocaciones de Estados Unidos y su agresión con numerosos pretextos. Desde el conflicto en Ucrania, a la supuesta anexión de Crimea, al apoyo de Rusia a Siria como “apoyo a un dictador”, a la supuesta “intromisión en las elecciones estadounidenses”, y mucho más, Rusia ha mostrado enormes reservas de estoicismo y autocontrol -disciplina en tolerar lo que solo puede llamarse agresión americana injustificada.
En todo momento, Rusia ha mantenido una postura digna e imperturbable frente a las burlas e irracionalidad estadounidenses. Rusia tal vez pensó que el presidente Trump podría traer cierta normalidad a las relaciones bilaterales. Eso resultó ilusorio.
¿Pero qué pasa ahora? Cuando Estados Unidos realmente ha ido demasiado lejos. Estados Unidos ha llevado su conducta grosera a un nivel completamente nuevo y peligroso, preparándose para lanzar una guerra económica completa contra los intereses vitales de Rusia.
Los enloquecidos gobernantes estadounidenses están empujando al mundo al borde del precipicio por su beligerancia.
Hasta ahora, Estados Unidos ha mostrado que no están interesados en la diplomacia, el diálogo o la negociación. Solo tienen un modo de conducta – guerra, guerra, guerra.
Fuente: Strategic Culture
